sábado, 14 de julio de 2012

El lenguaje

Hoy leo un artículo impecable de Antonio Muñoz Molina en El País acerca de Stendhal como precursor de la novela moderna, y retrata a un escritor que mostró que se podía escribir tal como se hablaba.

Hace mucho tiempo leí otra teoría sobre la escritura, esta vez firmada por Bernardo Atxaga, en la que nos hablaba del código penal que cada autor se aplica nada más comenzar la primera página de una obra propia.

Son dos consejos de los que yo me hago partícipe.

Escribir implica posicionarse, todo lo que no sea definirse unas reglas es sinónimo de cobardía literaria y, a la postre, de decepción para el lector.

Haciendo referencia al caso de Stendhal, es importante en mi caso al enfrentar la construcción de una novela el hacerla creíble, fácilmente legible. Al tener claro que quiero utilizar un lenguaje directo, dando importancia al diálogo, sé que renuncio a otras propuestas más teóricamente literarias, barrocas, poéticas, pero al mismo tiempo reivindico un estilo más cercano a la imagen, al fogonazo, al ritmo y la hipnosis lectora.



Hay páginas enteras de libros de Antonio Gala en que no sale de la reflexión más desgarrada acerca de la palabra amor. Se permite parar de cuajo una historia para profundizar en dilemas universales. Es una opción hermosa perfectamente defendible y hay mucho lector dispuesto a sumergirse en ese tipo de literaturas.

En mi caso, opto por adoptar el lenguaje más directo y evito literalizar, por ejemplo, diálogos mundanos. Prefiero llegar a la palabra amor a través de las vivencias de mis personajes, que sean ellos los que te hagan entender el sentido de esa palabra.

Es una decisión, y ahí entronco con el discurso de Atxaga, es el código penal que yo me autoimpongo. Una vez que le das un tono a tu lenguaje ya no puedes salir de él, porque si te sales de ahí se sale contigo el lector y pierde la confianza en ti.


Cuando empecé con este proyecto tuve claro que mi código penal implicaba:

- Diálogos directos
- Narración en tercera persona
- Prosa de frases cortas

La novela podrá ir y venir, dar giros, sorprender, pararse en seco. Pero nunca podrá abandonarse a reglas diferentes de mi código penal.

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